Un shot de realidad. Probálo.

El tiempo es relativo. Muchas veces nos sucede que vemos como el tiempo pasa rápidamente cuando estamos realizando una actividad que nos apasiona y cómo sentimos que se detiene cuando nos encontramos frente a situaciones que nos resultan agobiantes. Así, el tiempo puede pasar más despacio para una persona que para otra.

El 1 de Noviembre se cumplirán 225 días de aislamiento social y en algunos ámbitos el tiempo se ha detenido. Hemos sido testigos en primera persona.
En estos 225 días hemos atravesado distintas etapas, todas ellas de crecimiento y aprendizaje, que nos han servido para tomar distancia de la vorágine de audiencias y vencimientos que día a día nos ataban a la realidad sin permitirnos ver más allá, sin inmiscuirnos en el trasfondo social, judicial y profesional.

Siempre concentrados y enfocados en mejorar el servicio que brindamos, hacerlo más eficiente a través de herramientas tecnológicas y automatización de procesos que tanto nos han ayudado a minimizar el tiempo de los procesos. Y a pesar de ello, sabemos que nuestros esfuerzos siempre van a tener un gran contrapeso, un sistema judicial y organismos estatales en crisis.

De forma muy liviana solemos los abogados hablar de la “sobrecarga tribunalicia”, exigiendo más personal judicial, nuevos organismos – los cuales desde ya son necesarios – sin tomar nuestra cuota de responsabilidad.

Hemos sido formados con un perfil estrictamente litigante. Para cualquier potencial cliente el “mejor” abogado será aquel que más rápido ingrese su demanda, el que más rápido obtenga una sentencia que determine quién es el vencedor y quien el vencido.

Ahora bien, reflexionemos. ¿Es ese nuestro rol como operadores del derecho?

Quizás en muchos casos no tengamos otra opción más que acudir a la vía judicial, pero en muchos otros tenemos la obligación de reconsiderar nuestra labor. Debemos salir de nuestra zona de confort, explorar técnicas y ámbitos a los que no solemos acudir, debemos humanizar la profesión desde la óptica del conflicto que nos trae cada cliente y las inmensas oportunidades de abordarlo, de obtener soluciones creativas y adecuadas, co-construir de manera colaborativa la justicia en el caso concreto.

En Derito Legal estamos dispuestos a contribuir en el cambio de la conciencia social acerca de las posibilidades que ofrecen los medios alternativos.

Somos operadores del derecho y vamos a operar, vamos a auxiliar a la justicia.

 

Gabriela Linares – Socia Derito Legal

justicia virtual

Cambio de Paradigma: Rumbo a una Justicia Virtual

-Voy a ponerme una camisa y firmar un contrato.

-¿Qué? vas hasta el estudio?

 -No, desde el quincho de casa.

 

Claramente el COVID-19  ha acelerado el futuro, nadie sabe a ciencia cierta lo que tendremos que afrontar cuando la pandemia se haya ido, pero lo cierto es que ya ha modificado rápidamente nuestra rutina y con ella nuestra manera de vivir.

Todos fuimos llevados a situaciones límites, en donde las aptitudes personales debieron usarse con rapidez para decidir y actuar proactivamente para hacer que las cosas sucedan, en vez de limitarse a dejar que ocurran como consecuencia de este factor externo.

En sólo 24hs nuestro estudio organizo todas sus tareas de manera flexible y ordenada, continuando con las actividades jurídicas desde los domicilios, enfrentándonos así a uno de los desafíos que nos imponía esta nueva forma de vivir y de trabajar.

Necesariamente aceleramos un proceso que nuestra empresa Derito Legal, ya venía pregonando. Con la clara premisa de no quedarnos de brazos cruzados, con la realidad de lo que sucedía en el sistema judicialbuscamos soluciones para resolver las contingencias jurídicas en forma rápida, ágil y segura. En el plano internacional con el desarrollo de una plataforma de Smart Contract basada en la tecnología Blockchain y a nivel Nacional apostando a una Transformación Digital completa, implantando y desarrollando así metodologías ágiles para brindar un servicio de mayor calidad.

Agregar valor a la sociedad fue el norte del proyecto. Atravesamos diferentes desafíos que nos fueron abriendo camino, pero para llevar a cabo esta transformación necesitábamos que la sociedad aceptara dar el salto tecnológico, dejando así este sistema tradicional y pasando a uno nuevo que le brindaría múltiples beneficios.

Nosotros habíamos proyectado que esta transformación llegaría en un plazo no menor a 5 años, momento en que los abogados contarían con mecanismos informáticos para resolver muchas de las operaciones jurídicas de forma simple y automatizada, viendo desaparecer progresivamente las trabas burocráticas que aletargan la justicia.  Séneca escribió 2000 años atrás “Nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”.

Pero la pandemia hizo que el futuro sea hoy.  De la noche a la mañana la sociedad debió volcar su vida por completo a los medios digitales, intentando resolver sin otra alternativa, todas las situaciones que fueran surgiendo desde las más simples hasta las más complejas, buscando aplicaciones y plataformas que ayuden a sobrellevar de la mejor manera este aislamiento.

En lo que respecta al derecho en los últimos años el Estado adopto nuevas tecnologías y actualizo su legislación, como es el caso de la plataforma de firma digital Remota (https://firmar.gob.ar), que otorga a todos los ciudadanos una firma con pleno valor legal; el sistema de autenticación biométrica, que desarrolló “Autenticar” que usa información del RENAPER para validar la identidad (https://autenticar.gob.ar/).

Si bien estas herramientas ya existían, eran sin embargo muy pocas las personas que las utilizaban, por esta razón este aislamiento provocó también que se detengan los vínculos jurídicos y con ello las transacciones comerciales.

Es así que debimos apurarnos y cambiar, pensar una economía colaborativa basada en: procesos compartidos,  interconexión,  cooperación inteligente para producir sinergias entre las personas, sistemas de pagos eficientes que permiten liquidar activos digitales de forma simple e inmediata en operaciones de inversión y financiamiento.

Como dijo Bertolt Brecht “La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”. Ahora es más que nunca el momento oportuno para que el poder judicial se incline y comprometa definitivamente por la modernización, la profesionalización y transparencia. Y quizás “ponernos una camisa” para perfeccionar un contrato desde nuestro domicilio, asistir jurídicamente a los clientes o hablar con los operadores del estado desde Zoom o Hangout,  sea el principio de la rapidez y celeridad que desde hace años pide la sociedad a nuestro sistema de justicia.